Negligencia médica en el ISSSTE La Paz: La dolorosa historia del profesor Noé
La familia tuvo que ampararse para tener atención médica. Y el colmo, el piso del baño estaba cubierto de vómito y la taza del inodoro embarrada de heces.
LA PAZ, Baja California Sur.- Un caso de negligencia médica e insensibilidad ha inundado las redes sociales este fin de semana. La familia del profesor Noé Gaona enfrentó enormes dificultades para que él recibiera atención en el Hospital General del ISSSTE La Paz en El Conchalito. A pesar de ser derechohabiente, la familia tuvo que recurrir a un amparo ante el Poder Judicial de la Federación, denuncias públicas en internet y otras medidas para obtener una atención mínima, mientras la salud del profesor estaba en riesgo.
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Una dolorosa travesía
La señora María de los Ángeles Solís, pareja del profesor, relató en una entrevista que, debido a un intenso dolor que presentaba su esposo, buscaron atención médica en el área de urgencias del hospital el sábado 24 de agosto. Allí, relacionaron su condición con la necesidad de hemodiálisis que él padece. María aseguró que la doctora de turno fue grosera y se negó a administrar el medicamento para el dolor que estaban por darle al profesor.
A pesar de las inconformidades, se les entregó un documento que supuestamente les otorgaría un pase para la clínica del dolor el lunes 26 de agosto. Sin embargo, ese día no fueron atendidos. Al acercarse a la doctora Iliana Armenta, encargada de la clínica, les informó que no estaban programados para ser atendidos, por lo tanto no se les podía proporcionar el servicio.
Dadas las quejas de la familia, se les cerró la puerta y una oficial retiró a su esposo del área de entrada, llevándolo al estacionamiento, él estaba en una silla de ruedas y con dolor intenso, así fue colocado en una zona sin sombra.
Finalmente, gracias a la intervención de medios de comunicación, se les otorgó algo de atención, que a María le describieron como un “favor”, lo que le causó molestia siendo su esposo derechohabiente.
Con la intervención del maestro Manuel Acevedo, representante del SNTE, el director del hospital, Agustín Acosta, convocó a la familia. La doctora Iliana Armenta, finalmente se vio obligada a revisar al profesor, pero también diagnosticó dolor crónico relacionado con la hemodiálisis sin realizar estudios pertinentes. Con el respaldo del director, le dio una cita para noviembre y medicamentos para el dolor. La señora María aceptó no muy convencida.
El miércoles 28 de agosto, el dolor del profesor se volvió insoportable. La familia presentó un amparo del Poder Judicial de la Federación para que se le proporcionara la atención médica adecuada. Finalmente se realizaron estudios y se descubrió una condición crítica: el profesor necesitaba una operación de emergencia debido a una úlcera avanzada que había perforado su estómago.
Ese no fue el final
Esa tarde, tras la operación, el profesor Noé estaba convaleciente y necesitaba ajustes en su medicación. Sin embargo, según una de sus hijas, quien mostró en redes sociales la situación de su padre, pasó día y medio sin recibir atención adecuada, a pesar de los quejidos constantes y las promesas constantes de que en “cinco minutos” sería atendido.
La situación empeoró cuando se informó que el nefrólogo debía revisar los medicamentos, pero luego se desestimó esa necesidad. La atención finalmente llegó tras la denuncia en redes sociales, permitiendo al maestro descansar un poco.
Por otro lado, el profesor Noé necesitaba hemodiálisis, un procedimiento que seguía pendiente al momento de esta entrevista. Fue gracias al apoyo de un médico que también necesitaba el tratamiento y las lágrimas de una de las hijas que se intentó realizar el procedimiento, pero no se logró debido a complicaciones.
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El colmo
La señora María espera que la situación mejore y solicita a las autoridades que presten atención al desempeño del personal. Denuncia falta de sensibilidad, comentarios despectivos hacia los pacientes y carencia de profesionalismo.
En medio de su desesperación, su esposo arrancó las agujas y comenzó a desangrarse mientras ella estaba fuera de la habitación buscando un baño. A pesar de pedir a dos enfermeras que lo cuidaran por unos minutos, le dijeron que no era su obligación.
Y es que María no podía usar el baño asignado a la cama de su esposo porque estaba en un estado inaceptable: el piso estaba vomitado y la taza estaba sucia y embarrada de heces.
