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La transfobia pudre el cerebro

Estoy convencida de que la transfobia pudre el cerebro. Como prueba, basta analizar lo que desencadenó la inclusión de la boxeadora Imane Khelif en las Olimpiadas.

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Por: Sofia Otero

CIUDAD DE MÉXICO.- Estoy convencida de que la transfobia pudre el cerebro. Este es el odio y rechazo irracional hacia la gente transgénero, quienes se identifican con otro género al que les impusieron al nacer por sus características sexuales. Ser una persona transfóbica te convierte en un ser irracional. No importa investigar y mucho menos basarse en los hechos. Lo relevante para este segmento ideológicamente perturbado es propagar su odio. Para probar mi tesis, basta analizar lo que desencadenó la inclusión de las boxeadoras Imane Khelif de Algeria y Lin Yu-Ting de Taiwán en los Juegos Olímpicos de París 2024.

Después de la victoria de la argelina contra la italiana Angela Carini, fragmentos de la pelea comenzaron a difundirse en redes. Algunas personas que se sumaron al tema fueron los usuales sospechosos: J.K. Rowling, el escritor argentino Agustín Laje y el empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego. Sus publicaciones atacando a Imane y afirmando que es una mujer transgénero suman cientos de miles de visualizaciones en X.

Las figuras políticas no se quedaron atrás. La primera ministra de Italia, la ultraderechista Giorgia Meloni, aseguró que Imane no debía participar. Eugenia Roccella, ministra de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades en Italia, y Matteo Salvini, viceprimer ministro de Infraestructura y Transporte de Italia, la respaldaron.

Fuera de Italia, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, insistió que este caso probaba “la abolición de la mujer”, que llamó “injusta y perversa”. En Latinoamérica, Javier Milei, presidente de Argentina, compartió un fragmento de la pelea y escribió “A ver boluprogres. Vengan a explicar esto…”. En México, América Rangel, transodiante y diputada electa del Partido Acción Nacional, aseguró que este era un caso de “ideología de género” y pidió un “alto a la izquierda progresista que avala e impulsa el borrado de la mujer”.

El consenso era que se estaba promoviendo un supuesto “borrado de mujeres”, y que además sus críticas nacían de la preocupación por la seguridad de las competidoras. Ambas cosas son falsas. Desglosamos por qué.

De entrada, tanto Imane Khelif como Lin Yu-Ting son mujeres cisgénero; su condición biológica responde al género impuesto al nacer (simplificado: tienen vulva y se identifican como mujeres). No hay una sola evidencia que pruebe lo contrario. Existen fotografías de Imane de niña, y lo que citan para tacharla de ser “un hombre” es su descalificación del Campeonato Mundial de Boxeo Femenil en Nueva Delhi en marzo de 2023.


La Asociación Internacional de Boxeo informó que tanto Imane como Lin habían sido eliminadas al “no cumplir con los criterios de elegibilidad para participar en la competencia femenina”, por los resultados de dos pruebas de laboratorios independientes. En ninguna parte del comunicado afirman que ellas tengan cromosomas XY (encontrados generalmente en hombres cisgénero).

El Consejo Mundial de Boxeo lo tiene bien claro: no aceptan la participación de personas trans en sus competiciones. Así lo confirmó su presidente, Mauricio Sulaimán, en una entrevista con La Jornada.

Si les faltaba evidencia de que Imane es cisgénero, dado que ella es quien ha recibido la mayoría de los ataques, basta una simple búsqueda en Google para verificar que en Algeria ni siquiera reconocen a las personas trans. La homosexualidad, por otro lado, se castiga con hasta 3 años en prisión. La razón por la que Imane tiene un pasaporte argelino que señala que ella es una mujer, es precisamente porque ese es el género que le asignaron al nacer. En Argelia no hay de otra.

Con todo esto pruebo dos cosas. Primero, que quienes están invisibilizando a las mujeres son precisamente quienes niegan que Imane lo sea; y segundo, que quienes la atacan no tienen como prioridad la seguridad de las mujeres. Sencillamente porque en un país donde la comunidad LGBTQ+ es encarcelada por su identidad, toda esta ola de señalamientos podría ponerla en peligro de ser perseguida una vez que regrese a Argelia cuando terminen las Olimpiadas.

La transfobia pudre tanto el cerebro, que ahora vemos a gente atacar a una mujer cis, simplemente por no cumplir con sus expectativas de feminidad.


Ver nota:

La hipócrita moralidad olímpica

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